Óleo de Vicente Tortosa Calabuig. Simulación esfera exterior del reloj.

El sueño de Don Lisardo: el Reloj que nunca tuvo “El Guardián del Linaje”

 

Don Lisardo había viajado a Londres en la primavera de 1868 por un asunto de exportación de vinos. Aprovechó para visitar aquella maravilla de la que todos hablaban: el reloj a cuadro caras más grande del mundo, conocido como “Big Ben” e instalado nueve años antes en la torre del Palacio de Westminster, sede del parlamente británico.

 

Don Lisardo regresó a Ontinyent asombrado y con una idea fija en la cabeza: “Tenemos que poner uno de esos relojes en la Torre Campanario de Ontinyent, —les dijo a sus colegas del Cabildo Municipal—. Nuestra Torre es casi tan alta como la de Westminster. Apenas se quitan 20 metros mal contados y una esfera luminosa lucirá espléndidamente en ella. Los vecinos la podrán ver desde cualquier punto de la ciudad. Si el campanario ya es la admiración de todos, más lo será con un reloj y una esfera que marque las horas”.

 

La insistencia de don Lisardo consiguió que en febrero de 1870 el Cabildo de Ontinyent solicitara presupuesto a un prestigioso relojero de Valencia para que instalara en la Torre Campanario un reloj y una gran esfera exterior con saetas, que estaría sincronizado con las horas que marcaba puntualmente la campana Rauxa i Foc.

 

Hacía diez años que habían comenzado en Ontinyent las Fiestas de Moros y Cristianos y según don Lisardo, la esfera les daría un atractivo especial, tanto de día como de noche. La esfera debería colocarse en mitad del cuerpo noble de la fachada recayente a la Plaza Mayor y debía ser luminosa por lo que en cada anochecer, un hombre debía atravesar la pared de la Torre para encender el candil de gas de carburo.

 

El relojero de Valencia pasó el presupuesto al Cabildo: 3.000 pesetas de la época. Se aprobó. El albañil comenzó la tarea de trepanar la sólida pared, pero la roca de los sillares era muy dura y se resistía a ser agujereada. El albañil, tras porfiar lo suyo, afirmo resignado que las paredes de la Torre eran tan gruesas que era imposible abrir un hueco del tamaño suficiente por el que cupiera una persona, la encargada de encender cada noche el candil.

 

El Cabildo no tuvo más remedio que aceptar la evidencia. Se acordó colocar el reloj, pero sin la esfera. Al relojero se le descontaron 150 pesetas por ello y don Lisardo se quedó triste y sin su esfera, como la que tenia del Big Ben de Londres. 

 

En el año 1880, diez años después de aquel fallido intento, don Lisardo leyó en la gaceta, que en los Estados Unidos de América, un tal Thomas Alva Edison había patentado la bombilla eléctrica incandescente de filamento de carbono que permaneció encendida sin consumirse, más de 48 horas. Un invento sin duda revolucionario que iba a convertir la noche en el día, y que solo precisaba para alumbrar, de un cable finísimo que proporcionara electricidad a la bombilla.

 

Don Lisardo fue corriendo a decírselo al Cabildo, pero allí nadie había oído hablar aun de electricidad, ni de bombillas, ni de cables. Aunque no tardarían en hacerlo, pues el invento de Edison estaba llamado a prosperar. En apenas cinco años, sus bombillas se fueron perfeccionando y comenzaron a alumbrar las ciudades de América y de Europa. En 1875 se consiguió iluminar varias zonas de Barcelona —las Ramblas entre ellas— y un año después comenzó la electrificación industrial de España.

 

A pesar del manifiesto avance tecnológico. En Ontinyent nunca se retomó el proyecto de instalación de un reloj con esfera luminosa en nuestro “Guardián del Linaje”, la magnífica Torre Campanario de Ontinyent, la más alta de la Comunidad Valenciana.

 

El pobre de don Lisardo, resignado, se retiró a refrescar sus ideas en los baños que poseía en el curso del Barranc Gran, baños que hoy llevan su nombre y que todavía se pueden visitar y disfrutar en un buen año de lluvias, cuando el caudal del afluente del rio Clariano lo permite.

Ricardo J. Montés Ferrero, septiembre 2021.

Imagen: Óleo de Vicente Tortosa Calabuig, sobre el que se ha simulado la esfera exterior del reloj proyectado, que nunca se instaló.
 
Articulo publicado en EL PERIODIC D’ONTINYENT el 25-9-21, inspirado en la  la novela histórica  “El Guardian del Linaje”,  la novela que cuenta la historia de la construcción, hace 350 años, de la Torre Campanario de Ontinyent. El apasionante relato de los hombres y las mujeres que hicieron realidad el sueño de levantar en Ontinyent la Torre Campanario mas alta de la Comunidad Valenciana. Puedes descargarte el facsímil del articulo pinchando aquí

 

Toda esta fascinante historia la podrás disfrutar en la novela “El Guardian del Linaje”, del escritor valenciano Ricardo J. Montés Ferrero.

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