El 14-8-21, se cumplen 333 años de la muerte en Ontinyent de Bernat Pons, el pobre carpintero aplastado por el derrumbe del viejo campanario de la Iglesia de la Asunción de Santa María. Este suceso provocó la construcción de una nueva Torre, que seria y continúa siendo, la mas alta de la Comunidad Valenciana. Toda esta fascinante historia la podrás disfrutar en la novela “El Guardian del Linaje”, del escritor valenciano Ricardo J. Montés Ferrero.
Puedes leer a continuación, el fragmento de la novela que narra como se produjo el suceso:
“Bernat estaba casi al final de la calle y a duras penas podía ver
a través de la tupida cortina de agua la silueta de la puerta de
la iglesia de La Asunción de Santa María. Quiso refugiarse en
el templo y cruzó la desierta plaza brincando sobre los charcos.
De un salto empujó la puerta de la Iglesia, rebotando sobre las
jambas violentamente. La puerta estaba cerrada y Bernat, que
ya comenzaba a parecer una madeja de lana empapada en el
batán, quedó aturdido en el suelo.
A rastras, se arrimó como pudo a la pared de la Iglesia, con la
esperanza de resguardarse del diluvio que estaba cayendo. Quedó
con su espalda apoyada en la base de la torre campanario. Apenas
unos segundos después de su frustrado intento de entrar en la
Iglesia, una nueva llamarada luminosa le cegó por completo.
El trueno fue esta vez simultáneo y el pánico le paralizó.
Pudo oír también un chasquido escalofriante, parecido al de
una gran piedra chocando sobre otra. El ruido se produjo justo
sobre su cabeza. Alzó la vista y, entre las gotas que le inundaban
las pupilas, vió como se precipita sobre él, lo que un instante
antes era la pared norte de la torre campanario de la Iglesia.
La centella había impactado en el viejo campanario y este
se desplomaba, justo donde estaba Bernat. Como impulsado
por un resorte, se apartó de la pared de la Iglesia, buscando la
protección que el espacio abierto de la plaza podía ofrecerle.
Pero su reacción fue tardía o el impulso no lo suficientemente
grande. Un segundo después, Bernat era golpeado por esta
nueva lluvia de piedras y ladrillos. El primer impacto fue en sus
piernas que quedaron inmovilizadas por el peso de los cascotes.
Bernat quedó mal herido y paralizado. Una segunda avalancha
de ladrillos sueltos, le golpeó directamente en la cabeza, aplastando
el fácil blanco de su cráneo. Casi fue un acto de misericordia.
Murió al instante, sin ningún sufrimiento.”

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